A no ser que Sánchez logre formar Gobierno, ante la notoria debilidad de Feijóo, hilvanando una vez más su monstruoso patchwork, el futuro de Sumar, como Balsa de Medusa, es más bien dudoso. El partido de Yolanda Díaz podría convertirse en el último sueño marxista de una noche de verano.
Todos los adictos al humor recordarán un divertido gag protagonizado por Eric Idle en la película clásica Monty Python and the Holy Grail. Me refiero a una escena en la que el cómico británico empuja un carro de dos ruedas destinado a recoger los cadáveres de los fallecidos en una de esas pestes negras que diezmaban a la población durante la Edad Media: «¡Traed a vuestros muertos!», voceaba Idle en cansina melopeya. Y los aldeanos, claro, acudían con el fiambre de turno cargado a la espalda y descargaban en el carro al abuelo, al padre o a la parienta con una pinza en la nariz.
Pero resulta que no todos estaban muertos como Dios manda; a muchos aún les restaba un mínimo aliento vital, un penúltimo estertor que los mantenía unidos a la vida, y al ver lo que les esperaba intentaban zafarse alegando: «¡Repámpanos, mira, diría que ya me encuentro bastante mejor; creo que me voy a ir con los de la ejecutiva del partido a cascarme una mariscada!».
En la película el contratiempo lo arreglan a las bravas, arreándole al apestado un contundente zurriagazo en la crisma con una buena cachiporra, porque a nadie le apetece convivir con un muerto viviente.
Y aún menos con un zombie de la política que pretende hacerse un hueco en un partido de nuevo cuño, aunque éste haya sido creado a fin de dar cabida a los mismos espantajos de siempre.
En España, como somos muy primitivos y muy fachas, diríamos aquello de «son los mismos perros con distinto collar»; los franceses, mucho más finos ellos, lo sentencian con su clásico Plus ça change, plus c’est la même chose!
Sirva el símil fílmico para entender la naturaleza de ese carro recolector de enfermitos terminales que se ha montado Yolanda Díaz, nuestra chanchipirulera e iletrada vicepresidenta en funciones.
Una balsa de Medusa en la que ir rescatando y sumando, porque esto va de Sumar, a todos los marxistas de pacotilla damnificados por el maremoto ocasionado por unos simples comicios municipales y autonómicos que resultaron ser, a la hora de la verdad, una vendetta con todas las de la ley, el airado «Fuenteovejuna todos a una» de los incontables cabreados que en esta España nuestra son… «¡A los botes salvavidas; las mujeres, niñas y niñes primero; sálvese quien pueda; julandrón el último!», gritaban espantados los de zurda alzada, mientras braceaban en mar gruesa pugnando por subirse a la almadía que pudiera asegurarles cargos, pasta por un tubo, coche oficial, dietas y barra libre de gin-tonics a 3 euros.
Y a esa encomiable labor de caridad inclusiva comunista se ha entregado nuestra Yolanda en cuerpo y alma. Porque Yolanda es, ya lo saben ustedes, tierna como el Platero de Juan Ramón Giménez, pequeña, peluda y suave; tan abrazable y mullida por fuera que se diría de algodón.
Sólo los espejos azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Como dura y afilada es su nariz sayón y escriba de peje espada mal barbado —ojo, la descripción del apéndice nasal no es de Juan Ramón Giménez amigos marxistas—; un pico tucánido que le permite remover sin cucharón la poción de soluciones electorales que bulle en su marmita de meiga gallega.
Ante los gritos desesperados de unos y otros allí iba que te iba ella, rauda y veloz, tendiéndoles su mano amiga y aupándoles al cayuco de los vividores.
Que en el camarote feliz de los Hermanos Marx-istas cabemos todos, camarada…
De este modo, bajo el paraguas de Sumar fueron a refugiarse del chaparrón una quincena de partidos y grupúsculos políticos… Izquierda Unida-PCE, Más Madrid y Más País, Catalunya en Comú, Compromís, Chunta Aragonesista, y, por descontado, los restos de Podemos, entre otros.
Toda esa miríada de siglas de extrema izquierda radical (y también de izquierda extrema radical) sufrió en las elecciones del 28 de mayo un castigo colectivo que les supuso una pérdida global de 600.000 votos (el 23%) con respecto a los obtenidos en 2019. Muchos de ellos fueron literalmente barridos del mapa político.
Y cobijar a tanto damnificado obligó a Yolanda y a su equipo asesor a hacer encaje de bolillo y a tomar decisiones de lo más drástico.
Pese a que los de Podemos, a base de dar la vara durante unas negociaciones efectuadas a contrarreloj, se hicieron con quince puestos de salida en las listas de Sumar, y al menos ocho de esos puestos están garantizados si los resultados electorales resultan similares a los de 2019, la insatisfacción y el mosqueo entre el colectivo podemita es absoluta. No pasa día sin que Pablo Iglesias no solloce y se queje amargamente desde La Base, su programa de análisis político en Canal Red: «¿Cómo has podido (Yolanda) hacerme esto a mí, macho alfa protector; a mí, que todo lo inicié aquel ya lejano 15-M; a mí, que tanto he hecho por ti?», parece preguntarse retóricamente…
Y es que a Iglesias se le antoja un golpe bajo el hecho de que la presencia de Irene Montero, su ministra de Desigualdad de Género y progenitora gestante de su camada, fuera vetada y excluida en la nueva formación, al igual que fueron descartados Pablo Echenique y Ángela «Pam» Rodríguez. Y ahora mismo, pasadas ya las elecciones, e inmersos en el cambalache de pactos que decidirán quién gobierna, Pedro Sánchez también descarta a Ione Belarra en su Gobierno, si es que puede recoser a Frankenstein. Los de Podemos están que trinan.
Ocurre que Yolanda podrá ser más infantil y más cursi que una Barbie comunista, pero no tiene un pelo de tonta. Tanto ella como su segundo de abordo en Sumar, Agustín Santos Maraver —que en su día fue jefe del gabinete de Miguel Ángel Moratinos, y desde 2018 embajador permanente de España ante la ONU—, y todo el equipo de asesores de Sumar, tenían muy claro que Montero, Echenique y Pam no sólo son el centro de todas las iras, ataques y desprecio del centro derecha español, sino que también son mal vistos y criticados por amplios sectores de la izquierda, dado su dogmatismo, su soberbia, sus errores irreparables y su palmaria necedad.
Ante un panorama tan incierto, lo de Sumar bien pudiera ser el último sueño (marxista) de una noche de verano, sin música, ni partitura ni estrellas; la última cruzada de unos guerracivilistas irreconciliables; el deseable estertor de un populismo anacrónico y vacuo, que lejos de resolver los muchos problemas acuciantes que nos afectan, no ha hecho sino dividir aún más a la sociedad.
Publicado en: https://ataraxiamagazine.com/2023/08/09/el-sueno-marxista-de-una-noche-de-verano/
JULIO MURILLO
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Las paradojas se están expandiendo en España, entramos en un agujero negro por la falta de creación de dotaciones presupuestarias para erradicar el hambre, quizás sea el comienzo de una epidemia de PESTE en España, la primera y con un gobierno en funciones del PSOE y otros grupos, decimos la primera epidemia, porwue la de nuestra edad media, no fue de España, si de Francia e Inglaterra, la historia es realidad pasada.
Hoy debemos considerar nuestra situación con nobleza y honor, sin alteraciones hostiles, como otros lanzan por su boca fuera de nuestras fronteras. Seamos cautos y esperemos que todos y todas estén dentro de la única línea temporal que nos devolvería al presente, con un abanico de proyectos, programas, ideas racionales con grupos que se identifiquen con la homogeneidad y cultura de España, sin peticiones odiosas.